jueves, 18 de marzo de 2010

Cartman Ladrón Mora: semblanza de un candidato a la Asamblea Nacional por el PSUV


Por Armando Bronka

A Luis Britto García,
el intelectual más admirado 
por la bur(r)ocracia chavista.

Desvergonzado, arribista y corrupto, CARTMAN ES UN FUNCIONARIO CHAVISTA. Sin importar que los proyectos se ajustaran a las regulaciones urbanísticas, cuando fue alcalde de South Park concedió varios permisos para la construcción de centros comerciales. Lo único que le interesaba era recibir a cambio unos cuantos locales. CON ESO HA PODIDO MANTENER SU ESTILO NARCO DE VIDA: retribuir los favores de las odaliscas que conforman su harem revolucionario, financiar la lealtad de su chofer-guardaespaldas, ostentar camionetas acordes con su condición de Hombre Nuevo y pagar las cuotas de membresía del PSUV.

Cuando fue alcalde de South Park, Cartman jamás movió un dedo para favorecer proyectos habitacionales para los southparkianos de a pie. Él se limitaba a conceder permisos a las constructoras que vampirizan a la clase media. El trato siempre era el mismo: la constructora hacía que le daba la gana y, en compensación, Cartman recibía varios apartamentos. Total: clase media no es gente. Pero Cartman también se jodió en el pueblo: en abierta complicidad del entonces gobernador y su contralor (también del PSUV), CARTMAN “EXPROPIÓ” A LOS MIEMBROS DE UN COMITÉ PROVIVIENDA QUE SE HABÍAN QUEBRADO EL LOMO PARA TENER CASA PROPIA. Cartman se quedó con cinco de esos apartamentos. Uno para su odalisca mayor, uno para su leal chofer-guardaespaldas y tres para él. Con el dinero que le ha reportado la venta de esos inmuebles, AHORA CARTMAN CONSIGUIÓ UN LUGAR PARA POSTULARSE COMO CANDIDATO A LA ASAMBLEA POR EL PSUV.

Cartman no sabe lo que es bregar para conseguir harina, leche, pollo o aceite. Tampoco sabe lo que es andar en buseta, ni lo que representa caminar en medio de un apagón nocturno por las calles de South Park. CARTMAN NO SABE LO QUE ES TRABAJAR PARA COMPRAR UNA CASA PROPIA. Pero Cartman sabe lo importante que son los reality-shows para granjearse el favor de la audiencia, especialmente cuando se acercan los comicios electorales. Por eso Cartman forma parte de los «custodios» que pretenden expropiarle varios terrenos a la Universidad de South Park con la anuencia del nuevo gobernador pesuveco. LO QUE CARTMAN NO HIZO COMO ALCALDE AHORA LO OFRECE COMO ASPIRANTE A UN CURUL EN LA ASAMBLEA NACIONAL. ¿Será que Cartman tiene pensado hacerle a los «custodios» de los terrenos universitarios lo mismo que le hizo a la gente del comité provivienda?

«Honestidad» es una palabra que no aparece en el vocabulario de Cartman. «Ética» carece de sentido. «Trabajo» posee demasiadas resonancias capitalistas. «Legislar» es entendida como la acción de darle rango constitucional a los desmanes y caprichos de Esteban de Jesús. Debe ser por eso que Cartman aspira a formar parte de la Asamblea Nacional. CON ESTE TIPO DE GENTE ES QUE SE GOBIERNA.


TODO PARECE INDICAR QUE EL ALCALDE DIAMANTE DE SPRINGFIELD REDACTÓ LOS ESTATUTOS DEL PSUV.

lunes, 15 de marzo de 2010

Naturaleza roja: diario de Dimitri Brujochenko (II)


En algún lugar de la Gran Sabana.

Salud, camaradas y burgueses de internet.

Hoy pensé en Chile, una pobre nación que en un año ha tenido dos tragedias. Primero el triunfo de la ultra-derecha y luego este desastrozo terremoto.

Me enteré de la terrible noticia el domingo 28 de febrero por el canal Tele Sur. Justo la semana pasada volvió a temblar durante la ceremonia de toma de gobierno. El capitalismo trae terribles consecuencias para la naturaleza.

La naturaleza ha clamado con esta terrible catástrofe, ha clamado por que se devuelva el justo equilibrio que da el socialismo, ha protestado en contra de la arremetida capitalista, que sobreexplota sus recursos y contamina todo; porque la naturaleza nos ha otorgado el socialismo para que los seres humanos nos gobernemos justamente, respetando nuestro entorno. Es por esto que la naturaleza ha defendido nuestra causa, como sucedió en el invierno de 1942 (en ese momento yo era un joven combatiente en defensa de la madre patria) cuando el poderoso invierno hizo huir a las tropas de Hitler y nos llevó a la victoria.

Cuando la naturaleza nos opone obstáculos hace que nuestro pueblo se fortalezca y se una más, mientras que cuando arremete contra la vil máquina capitalista, la destruye y aniquila, acabando con su explotación. Así ha sucedido con todos los imperios de la historia, han caído por su propia corrupción y porque la naturaleza así lo ha querido, mientras el pueblo se ha mantenido y ha evolucionado en pos de la igualdad.

Ahora han llegado cien chicos, los primeros, para que los eduque como parte de una misión que Esteban puso por nombre: “Misión Lenin”. Consta del establecimiento de varios campamentos con el fin de educar e incentivar a las juventudes rojas en el amor a la patria y al pueblo. Yo, como digno seguidor y conocedor de la obra de los camaradas Lenin y Marx y como antiguo partícipe de la gloria que tuvo el soviet ante el mundo, fui elegido, como les expliqué en la entrega anterior, para comandar esta Misión. 

Esteban, además, me ha enviado un moderno aparato de telecomunicaciones. Él lo llama el “negrito vergatario”. Es maravilloso, puedo conectarme a internet y mandar mensajes de voz. Tiene cobertura (gracias al satélite Simón Bolívar) en casi todas partes, así que me comunicaré con ustedes más a menudo, siempre y cuando mis obligaciones no me lo impidan.

Así que, camaradas y globovisionarios, luchemos por el socialismo ya que la naturaleza está de nuestra parte, como dijo Esteban: “los escuálidos (opositores) están ligando que no llueva. Pero va a llover más, compadre, tú vas a ver, porque Dios es bolivariano, Dios no puede ser escuálido. La naturaleza está con nosotros" (no sé por qué menciona a Dios). 

Pero, fíjense, ya ha empezado a llover, anoche cayó aquí una lluvia torrencial, demostrando lo antes dicho, y si antes hubo sequía fue para que nosotros tomáramos conciencia de nuestros recursos, para que aprendamos a ahorrar energía, para que aprendamos a conservar la naturaleza. La naturaleza nos enseña por medio de dificultades.

Luchemos y no permitamos que el imperio nos gane (como pasó con la madre U.R.S.S., que al final no pudo, debido a la conspiración, luchar contra el capitalismo). Tenemos todo a nuestro favor.

Con esta reflexión, me despido por ahora, burgueses de internet, y espero con ello instruirlos como es debido. Y como nadie ha escrito algo en contra de la revolución en este blog, esta es mi oportunidad de tomarlo a favor de la causa roja.

¡Patria, Socialismo, o Muerte, Venceremos!

Les escribe, luchando por los valores de la antigua U.R.S.S.,

Atte.

Drimiti Brujochenko

PD: Aquí tienen el link del himno de mi madre patria, cuna del verdadero socialismo. Que su letra los inspire a seguir la senda roja de la virtud. Cada vez que escucho este himno las lágrimas me brotan de los ojos: http://www.youtube.com/watch?v=TFS316SzGFQ&feature=fvsr


viernes, 12 de marzo de 2010

Dueña de casa tomada



Por Anónimo (sin pelotas todavía)

La mujer se llama Rosalva, con "v" pequeña. Tiene sesenta años. Está sola.

Tenía un marido, dos hijos.

Vivían bien. No eran felices pero vivían bien. Tenían propiedades en distintos lugares del país. Incluso una casa en Miami. Una pequeña empresa. Un comercio en el centro de la ciudad que  ella administraba.

A los hijos, cuando cumplieron la mayoría de edad, los fueron mandando a EE UU a estudiar inglés. El menor se quedó. El mayor regresó y estudió administración de empresas en una de las universidades privadas más importantes de la capital. Pensaban en el futuro. Duele admitirlo, pero pensaban en el futuro. Tenían planes. Tenían sueños. Un retiro cómodo. Sin preocupaciones. Irse a la casa de Miami. Pasarse la vejez allí. Recibir visitas esporádicas de los hijos, los nietos. La empresa familiar a cargo del prometedor hijo mayor que había regresado. Un lugar adonde llegar en Nueva York, en el apartamento del hijo menor en Manhattan. Esa sería la triangulación de sus sueños. Sencilla. Simple. Poco pedir para un par de vejetes que trabajaron toda su vida e hicieron una modesta fortuna. Caracas - Miami - Nueva York. Sin sobresaltos.

Finalizaban los noventa.

Una década sinceramente floja, adormecida, pese a juicios a presidentes, golpes de Estado, cierre de bancos, terrorismo. Muy distante de la bonanza que en los setenta habían aprovechado para asegurarse un futuro próspero en este país de ires y venires, en este país que se balanceaba sosamente como un barco en alta mar.

Finalizaban los noventa, insisto, y ya Rosalva y su marido sabían que pronto les llegaría el tiempo del retiro, que podrían finalmente descansar y viajar y conocer el mundo sin preocupaciones, como habían soñado de jóvenes. Pero eran un par de aventureros demasiado cautelosos. Esperaron y esperaron. Finalizaron los noventa y sólo entonces empezó la verdadera angustia. Defender las propiedades. Sortear la escasez. Defender las propiedades nuevamente.

El marido de Rosalva se fue a Guárico, a instalarse en la finca, a ponerla a producir como nunca para mantenerlos a raya. Todas las noches telefoneaba a su mujer. Le contaba que no podía dormir. Que se despertaba a mitad de noche empapado en sudor, sofocado, asfixiado. Tragado por la oscuridad. Se daba cuenta de que el aire acondicionado no funcionaba. Se daba cuenta de que no podía encender la lámpara. No había luz. Compró velas, las guardó en la gaveta de la mesa de noche. Cuando despertaba en la madrugada encendía la vela y ya no podía volver a pegar un ojo en toda la noche. Permanecía alerta. Sabía que en cualquier momento podían llegar, le decía a Rosalva.

Su hijo menor había tenido que volver al país. La ayudaba a atender el negocio. No dormía con ella, sino en la casa de la playa, a hora y media de la ciudad. Todos los días se levantaba temprano, antes de amanecer, y se iba a la ciudad a abrir el negocio. Cuando llegaba en la noche daba varias vueltas en la manzana antes de abrir el portón y estacionar el carro. Tenía que estar alerta. Tenía que evitar que cualquier movimiento sospechoso se le pasara por alto y lo agarraran desprevenido. Luego entraba a la casa y con una pistola en la mano hacía varias rondas en todos los cuartos, la cocina, la sala, el lavadero, el jardín. Antes de acostarse volvía a hacer lo mismo. Verificaba que todo estuviera bien cerrado y luego se iba a su cuarto, encendía el televisor en un volumen muy bajo y miraba TV hasta quedarse dormido, con la pistola bajo la almohada, sin seguro. Engatillada.

El hijo mayor vivía con su novia en el pent-house que tenían en la capital. La chica pasaba todo el día encerrada mientras él estaba fuera manejando la empresa familiar. En la noche, cuando llegaba, no tenía humor para nada. Solamente cenaba y luego se pasaba una hora hablando con su madre por teléfono. Un día la novia se fue. Él no se dio cuenta sino hasta una semana después. Estaba muy preocupado por su madre. Ella le contaba que se sentía muy sola. Que a pesar de tener tantos años viviendo así se estaba empezando a sentir muy sola. Que estaba cansada. Que quería descansar. Que ya no iba todos los días al negocio y que cuando se quedaba en casa bebía, bebía demasiado. Que Yoliver, la muchacha que la ayudaba en la casa, se había preocupado y se había trasladado a vivir con ella durante la semana. Yoliver era una muchacha muy buena y la ayudaba con todo y ahora le había dado un cuarto en la casa. Pero los fines de semana Yoliver se iba a su casa y ella se sentía muy sola. Y bebía y bebía. La necesitaba, no podía ya con tanta soledad. Y el hijo mayor asentía, le deseaba buenas noches y se iba a la cama. Tranquilo. Tenía años sin ver a su madre, pero ella entendía, la situación.

El tiempo pasaba. Finalizaba otra década.

Un día, hablando con su madre, ésta le confesó, con la voz quebrada, que hacía meses que su padre no la llamaba. Que tenía miedo de lo que pudiera haber pasado, pero que no podía hacer nada, que no podía salir de la casa porque ya Yoliver había traído al esposo  y los niños. Y tenía miedo de salir y que al volver… Que se pasaba el día bebiendo, que ahora mismo estaba bebiendo, que Yoliver siempre le compraba las bebidas, que se las llevaba al cuarto, que ya ni podía salir del cuarto porque estaban los niños por toda la casa, o los amigotes del marido bebiendo y jugando cartas. Y ella sólo podía tolerar eso bebiendo. Bebía todo el día en el cuarto, mirando las noticias, esperando la noticia de la finca de Guárico.

Yoliver le llevaba la comida. Siempre preparaba lo mismo, pero no se podía quejar. Yoliver, después de todo, se preocupaba por ella. Su hijo mayor le dijo que iría el fin de semana siguiente a ver qué pasaba con su padre, que también pasaría por el comercio del centro, porque hacía años que tampoco el hijo menor telefoneaba, y que luego iría a verla a ella. Esa semana el hijo mayor no volvió a llamar y Rosalva se quedó esperando su visita, las noticias de cómo andaba todo. Y pasó el fin de semana. Y pasó el siguiente. Y ya nadie llamaba a Rosalva.

Sí recuerda que un día oyó un alboroto. Un alboroto particular, distinto, que se diferenciaba del alboroto constante en que vivía la casa. Hubo muchos gritos, golpes. Incluso creyó oír, pero esto no era sino una suposición porque tampoco era para tanto, Rosalva, qué imaginación, tú siempre con tus cosas, Rosalvita, eso es de tanto beber, un disparo. Un disparo, Rosalvita, de dónde sacas semejantes cosas. Eso fueron los niños jugando, seguro. Algo se caería. Y luego, esa noche, más tarde de lo normal, entró Yoliver con una cara de terror a traerle la misma comida de siempre. Y Rosalva comió y esa noche no pudo dormir nada. Ni un minuto. El teléfono tenía semanas sin sonar. El canal que veía ya no estaba. Así que Rosalva bebió toda esa noche. Bebió como nunca que es decir bebió como siempre. Pero esta noche era distinta. Rosalva estaba tranquila. Bebía. Ella sabía que llegaría pronto. Así que esperaba con paciencia. Pronto llegaría, pronto se la llevaría también a ella. Y amaneció, y llegó una tía de Yoliver, y Yoliver le pidió la cama para su tía, y Rosalva accedió con una sonrisa, con el trago en la mano, y se sentó en una silla junto a la cama, con el televisor encendido en un canal sin imagen, sin sonido, que Rosalva contemplaba fascinada desde hacía meses, quizá años. Ya no sabía.


martes, 2 de marzo de 2010

Un comunista descongelado: diario de Dimitri Brujochenko (I)


Salud, camaradas:

Me dirijo a ustedes, a los lectores y escritores de este blog, para desalienarlos y, por medio del buen ejemplo que da el socialismo, traerlos por el camino rojo de la virtud.

Primero permítanme presentarme, decírles cómo y por qué estoy aquí: 

Soy Dimitri Brujochenko, antiguo subsecretario general del partido comunista de la ciudad de Leningrado en la gloriosa U.R.S.S., y fui designado para trasmitir a las generaciones futuras las grandes ideas y proyectos del socialismo. Soy un ser del pasado. Y, ¿por qué del pasado?, se preguntarán. Pues porque fui elegido para ser congelado y para que luego se me descongelara en un punto de la historia en donde el comunismo estuviera corrompido o, peor aun, inexistente. 

Esto sucedió en año de 1958, año en que mi gran nación lanzó su primer satélite al espacio. En ese año me llegó una carta del Kremlin en donde se me designaba para un proyecto secreto. 

Yo acepté sin vacilar. 

El proyecto trataba sobre congelar al más notable de todos los comunistas de la U.R.S.S. (el más experto y apasionado amante de la ideología) y congelarlo para que en un futuro, por las razones antes expuestas, se lo descongelara. Y así fue. 

Me llevaron a los montes Urales y ahí me pusieron en estado de suspensión animada, al igual que Lenin, sólo que él está muerto. Me descongelaron 52 años después, por ordenes de Esteban, que sabía de mi existencia. Me contaron todo lo que había sucedido con la U.R.S.S.: la caída del muro de Berlín, la Perestroika y el lamentable fin del glorioso Estado comunista. Esas noticias fueron como un shock para mí.

Permanecí una semana en cama sin hablar, debía volver a la U.R.S.S. para continuar con mi misión, pero en estas circunstancias no podía. Incluso pensé en suicidarme con la cápsula de cianuro que me dieron al momento de congelarme por si acaso los norteamericanos me capturaban para interrogarme, pero afortunadamente me trajeron a Venezuela, en donde los militares de este país (ellos me descongelaron como parte de un raro intercambio ruso-venezolano) me informaron que aquí el socialismo estaba marchando a toda máquina y que se estaba extendiendo por toda la América Latina y que habían frenado la conquista imperialista, expulsando el capitalismo del país. A mí todo esto me pareció una maravilla y decidí venirme a vivir a Venezuela para enseñar todas mis experiencias y conocimientos sobre el verdadero socialismo y enriquecer su práctica aquí en Venezuela.

Cuando llegué a Caracas, me llevaron al palacio de Miraflores y ahí tuve un encuentro que fue para mí como una iluminación. Cuando lo vi por primera vez, me pareció ver la cara del camarada Lenin y la de Marx reunidas en un solo rostro, y desde ese momento supe que él era el líder que  iba a culminar la verdadera revolución que expulsaría del todo al capitalismo y que llevaría a la verdadera igualdad social. Ese hombre iluminado no era otro que Esteban, y me encomendó la tarea de enseñar los verdaderos preceptos socialistas (me solicitó que no mencionara la palabra comunismo para no llamar demasiado la atención del imperio y así no crear un conflicto) a los jóvenes y me hizo jefe de un consejo comunal en algún lugar de la Gran Sabana y me dijo que me enviaría jóvenes para que yo los adiestrara ideológicamente. También me pidió que atacara toda la información y actividad cotrarrevolucionaria que proviniera de internet, y que tratara de convencer a todos los escritores y lectores de blogs infames como éste que la única vía para sacar al país adelante es el socialismo.

Yo acepté sin negarme, así que  trataré de convencer a todos los lectores este blog de la importancia de un régimen comunista... digo, socialista, por medio de este diario, en donde recogeré todas mis experiencias y enseñanzas.

Ahora me encuentro en un pequeño caserío en la Gran Sabana. El lugar me parece hermoso, de naturaleza exuberante, de hermosos paisajes y lejos de toda basura capitalista. Y estoy organizando este consejo comunal al que se me ordenó dirigir y adiestrando a las futuras promesas del socialismo, cumpliendo el sueño de los camaradas Marx, Lenin y el Che Guevara.  

Así que con esto me despido por ahora, burgueses de internet. Que mi palabra les sirva de lección.

Hasta la victoria siempre.

Patria, Socialismo o Muerte, Venceremos.

Les escribe, luchando por los valores de la antigua URSS,

Atte.
Dimitri Brujochenko