Por Anónimo (y el miedo, como la conspiración, continúa)
Luego de haber establecido comunicación con el maestro Gallegos a través de una cabra alucinada que sirvió de médium en el solar de la casa de una dama preocupantemente alienada de la realidad (léase: ver Globovisión) en algún lugar de El Consejo, Estado Aragua, hemos logrado del maestro la autorización para reproducir un extracto de su obra ensayística (aquella inicial de la etapa de La Alborada, del ferviente idealismo y optimismo por la salida del poder de Cipriano Castro, a quien tanto admira y mienta Esteban, que muchos confundieron con amanecer o con alba, incluido el propio Gallegos, pero que después se verá que es noche cerrada que durará más de 25 años) que denuncia con una lucidez y vigencia emblemática del pensamiento del maestro ciertas cosillas, ciertos males, ciertas costras que una vez arrancadas descubrimos que siguen siendo llagas supurantes, aparentemente eternas, o, al menos en la práctica, visiblemente eternas; o, en todo caso, insuperadas.
El maestro Gallegos, por supuesto, no sabe de los objetivos del blog, que en realidad son "ninguno", o quizá solamente la exorcización de ciertos demonios que nos tienen paranoicos, imaginándonos cosas, entre ellas invasiones yankees y dictadores militares del siglo XXI profesantes de una ideología trasnochada pero rebautizada como socialismo del siglo XXI, como si con aquello rejuveneciera su evidente decrepitud; o como si este desastre, esta jodedera, este bochinche que tenemos como país, fuera algo más que eso: un desastre, una jodedera, el bochinche o la rumba de un espectacular caudillo (popstar, Residente dixit) del siglo XXI haciendo uso de todas las posibilidades que le ofrecen los tiempos actuales, como comprarse de juguetico un satélite, o ejercer un casi completo dominio del espectro radioeléctrico.
En todo caso, estimados lectores, que son pocos pero son, tengan en cuenta que el maestro Gallegos ha sido engañado para que ceda este minúsculo fragmento de su obra desde el más allá en colaboración con esta publicación que, según cree él, goza de fama y prestigio en el país y está regida por gentes de principios, eso ante nada.
Nos preguntó: ¿la dirige gente de principios?
Desde luego, maestro, se le contestó sin que nos temblara un pelo.
Luego la cabra empezó a toser, y sonrió, y percibimos cierto cambio en su expresión, y volvió a toser y de pronto supimos que Rafael Caldera quería mandar saludos, y le dijimos que de ninguna manera, que por favor respetara al maestro, que era a quien queríamos, desde un inicio, contactar. Así que muy decente, muy educado, Caldera se despidió, y luego la cabra cayó rendida y luego supimos que había muerto.
Logramos salir de El Consejo antes de que la doña antes mencionada, que por respeto y por comprensible pudor cuidamos no revelar su identidad, se diera cuenta y nos cobrara a la pobre cabrita que no aguantó ser poseída por dos expresidentes venezolanos al mismo tiempo.
Por cierto que todo esto ocurrió ayer, y nos olvidamos de darle el feliz cumpleaños al maestro de los 81 años de publicación que cumplía Doña Bárbara. Con razón desistió de la comunicación y nos pasó a Caldera. Aunque quiero pensar que Caldera lo usurpó. En fin...
El fragmento que vamos a reproducir forma parte de "Hombres y principios", publicado originalmente en el número 1 de La Alborada, el 31 de enero de 1909.
Contextualicemos: Castro se había marchado enfermo al exilio, aunque esto último no lo sabía pero quizá lo presentía, y Gómez se hacía con el poder levantando un clima de entusiasmo y esperanza en el país que pronto se encargaría de desvanecer de un zarpazo.
Y ya, sin más preámbulo, Gallegos:
"Se puede decir que en Venezuela la ley del equilibrio de las fuerzas vivas del Estado, condición esencial para la estabilidad y el progreso, ha sido interpretada de manera más bizarra, por no decir absurda. Parece que aquí entendiéramos por equilibro el estado anormal que determina la presión de un individuo sobre la colectividad. La mayoría de los venezolanos está dispuesta a acatar y sostener este funesto predominio, siempre que el que lo ejerza invierta un poco de tesoro común en obras públicas y mantenga la paz. Pero resulta después que esta paz, viene a ser la de Varsovia, y a la larga, deja de ser una necesidad de todos para convertirse en la de uno solo. Comienza entonces, naturalmente, a cundir una ansiedad angustiosa y surge una guerra, más funesta quizá que la que se resuelve en los combates de sangre; la guerra sorda del descontento general".
5 comentarios:
muy agradecido con semejante estupidez... don romulo debe estarse revolcando en su tumba... bien hecho adecos encubiertos... los felicito
quien escribe? se quien eres y tu sabes quien soy yo deja tu nombre
Ya empezaron de nuevo (carita contrariada).
Una de las tres lectoras teme decepcionar al anónimo que teme firmar...pero anónimo me imagino que Don Rómulo (con acento y mayúscula) estará sufriendo pero por el daño que le haces a el castellano
la idea del blog ya esta expresada en una de sus minicrónicas, para ser más exacta ,el que expresa que "no se es nadie si no tienes un blog"; lo demás son enlucubraciones de nuestros anonimos atacantes que no tienen relevancia como para crear una diatriba de la nada; las ideas son libres, las apreciaciones o especulaciones sin fundamento concreto no son ni serán tema de discusión inteligente, lúdica y sobre todo, crítica en este espacio.Gracias
de todas maneras, a todos, por estar pendiente de nuestras modestos aportes al humor...
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