miércoles, 24 de febrero de 2010

Vivir con Esteban


Mi relación con Esteban comenzó con un sencillo cruce de miradas. Él era perseguido por reporteros insistentes, cámaras fotográficas deslumbrantes, video-grabadoras con lucecitas rojas titilantes. Así lo vi por primera vez. Hubo algo en él que simplemente me dejó una sonrisa en el rostro, hubo algo en él que me hizo pensar que yo debía estar a su lado eternamente. Entonces sucedió el gran momento: el cruce de miradas. Él simplemente dejó su ojo izquierdo voltearse bizcamente hacia donde yo estaba. Yo sólo le respondí con un parpadeo. Supimos que nos pertenecíamos, pero nunca imaginé que luego él sería el único dueño de nuestro amor, y yo no tendría poder ni sobre el pedacito más mínimo de su corazón. Esto último tardé tiempo en vislumbrarlo, y por eso la historia continúa.

Esteban es un hombre impecable a primera vista y bastante desastroso a tercera. Su problema del ojo izquierdo siempre ha representado un inconveniente para los que lo rodean. Recuerdo el día que se lo presenté a mi madre. Fue un momento de total confusión, ella no terminaba de entender si él la veía a ella al hablar o si simplemente hablaba al aire como manera de difundir con altavoces sus pensamientos. Si hay algo que me ha cautivado de Esteban ha sido su forma alta de hablar. Me recuerda que siempre está ahí, que no se ha ido a ningún lado. 

Cuando Esteban y yo decidimos dar un paso importante en nuestra relación al irnos a vivir juntos, mi vida dio un vuelco. Me encantó cómo él decidió con bastante firmeza de qué manera viviríamos, cómo respetaríamos nuestros momentos privados, quién cocinaría, quién haría las compras, quién pagaría las facturas. Al principio él se ofreció muy amablemente a cargar con todos los gastos del hogar y eso me alivió y me hizo asegurar que había elegido al hombre correcto para vivir. Pero más adelante todo empezó a cambiar.

Con Esteban siempre he vivido momentos llenos de altibajos. Recuerdo que cuando estábamos equipando nuestra nueva casa Esteban fue a casa de mis padres y decidió llevarse todos sus muebles, calmando los llantos desesperados de mi madre diciéndole que eran sólo objetos, que ya habían disfrutado por mucho tiempo de esos corotos y ya era hora de compartirlos. Las lágrimas de mi madre pararon después de que se acostumbró a vivir sin sus muebles. 

Recuerdo también muchas de nuestras lunas de miel, en una de ellas él me preparó una cena romántica en casa. Comimos un rosbif con papas fritas y una Coca Cola bien fría (mi comida preferida, él me complace de vez en cuando) y luego preparó nuestro jacuzzi para un baño sensual con unas taparas de plata. Ese día me dijo que prefería que hiciéramos el amor bajo la luz de las velas. Al día siguiente mi vecina me contó que no pudo terminar de ver la novela de las once porque la luz se había ido. Yo me quedé intrigada con saber que había pasado en “Amores de calle”.

Vivir con Esteban no ha sido fácil, pero les confieso que con el pasar de los años me he ido acostumbrando. El amor no es fácil, pero no puedo negar que el placer de tenerlo al lado, y sentir que él es único en el mundo, que no hay nadie como él, que él es capaz de sorprenderme siempre, de hacerme sentir suya y sólo suya, es único. 

La convivencia con él, el día a día a su lado, me ha hecho pensar si realmente me merezco a alguien como él. A veces pienso que él simplemente debería vivir sólo, en una cúpula de cristal que lo cuide y lo proteja, que no lo deje salir y donde nadie pueda hacerle daño. Él se merece estar en las tranquilas playas de Cuba, ahí sería feliz, siempre me menciona lo mucho que disfruta del mar. Pero a estas alturas yo ya no puedo decidir nada, y menos algo para él. He vivido mucho tiempo a su lado, yo sólo soy la rodilla de sus piernas, esas que cuando mueve me arrastran sin consultarme. 

Vivir con Esteban es lo peor que me ha pasado, y escribir esta carta es la única manera que tengo para desahogarme. 

Att.
Libertad  Méndez 

7 comentarios:

Anónimo dijo...

No comprendo cómo puede alguien enamorarse y vivir con un tipo así.

ella dijo...

El amor a veces es ciego, así como lo son los venezolanos en muchos momentos.

Unknown dijo...

De acuerdo en eso oriana, los venezolanos tenemos un amor ciego por este hombre, pero mientras no aprendamos a desenamorarnos no podremos salir de el, tenemos que tener la inteligencia emocional que no tiene libertad mendez para entender que necesitamos un cambio en este pais urgentemente... gracias por ese escrito para reflexionar, sigan asi!!!!

GEORGIA dijo...

¡ Très Bien !

Esteban es algo más que una pasión errática, es un obsesión que nubla el sentido común y la capacidad de discernimiento de la gente común y no tan corriente; como todas las pasiones llevadas por la irracionalidad tendrá un mal final si los amantes no despiertan...

Fabián Coelho dijo...

¡Celebro la aventura del blog y la incorporación de este tipo de lecturas tan inteligentes y profundas con su tono de aparente sencillez!

¡Gracias, Liberta!

JESUS CHIRBES dijo...

LO QUE NOS TIENE A LOS VENEZONALOS DORMIDOS ES EL PETROLEO Y QUE CHAVEZ MANEJE LOS PETRODOLARES CON TANTA TRANQUILIDAD, SOMOS COMO LIBERTAD MENDEZ NADA MAS SABEMOS QUEJARNOS PERO NO SOMOS CAPACES DE SALIR DE EL

Boris Angulo dijo...

Buen cuento. Un tono deliciosamente irónico. Lo disfruté de principio a fin.