miércoles, 10 de febrero de 2010

Desembarcos (porque todos tenemos derecho a imaginarnos el día sin Esteban) - Ejercicio satírico on line


Por Fabio Cabello & Georgia Uzcátegui


Al Maestro Cabrujas con el cariño de siempre

El desfile se dirige en una sola y monocroma columna por todo la orilla del malecón de La Guaira, en medio del mosquero (previo desayuno con la infaltable empanadita de bagre, no de cazón), y la multitud los mira conmovida, agolpada con banderitas de barras y estrellas y las sonrisas heróicas y complacidas de tibia ternura salvadora de los marines que saludan «hola, cómo estás», en su español rudimentario, y uno que otro puertorriqueño saluda prometiendo que nos van a «sacal, ahora sí, al dictadol...»

Luego toman, vigorosamente, a paso de vencedores, la cuesta hacia los túneles, llegando triunfalmente a la Plaza de Catia y desde allí, en sus bellas tanquetas anfibias, enfilan rápidamente por la avenida Sucre. Cada tanto observan sonrientes los gestos y saludos de quienes se asoman tímidamente por los balcones y techos que adornan todo el recorrido de la Morán hasta la entrada al Calvario. Deteniéndose en la punta del museo histórico de la Planicie, disparan de ese punto de manera limpia un patriot derechito a Miraflores y otro al Palacio Blanco. En fin, la toma perfecta de Caracas y sus adyacencias.

Lina Ron está metida en su concha, de manos atadas (licencia poética, no literal), viendo en Globovisión lo que está pasando, llorando deshecha, sin poder comunicarse con su máximo líder, «porque las líneas están intervenidas» y a estas alturas él ya debe estar volando pa’ Cuba. Y a Lina un rencor enfermizo se la come por dentro porque no tuvo ni la decencia de acordarse de ella, de llevársela en el avión. Y sin saberlo, sin entenderlo del todo, se siente como una Eva Braun desgraciada y sin su Adolf, esperando al victorioso ejército rojo que ya avanza por las cercanías, y en el colmo del delirio se imagina que Chávez aparece a última hora a decirle que resistirán hasta el final, que nunca abandonarán la lucha revolucionaria, que nunca la abandonaría a ella, pero luego despierta, se da cuenta de que en Globovisión trasmiten imágenes de lo que está pasando a las afueras de Miraflores y anuncian que la situación está ahora bajo control. Entonces toma un revólver y se da un tiro por la boca que mancha, por última vez, una pared de rojo en este país.

Mientras, en los vacíos pasillos de lo que en otro momento fuera la sede de los poderes públicos e infusos del mesías ausente, una voz resuena, como eco plañidero, como residuo acústico que se encarga de acentuar la soledad de un balcón que luce ahora abandonado, como náufrago en medio de un océano de cortinajes raidos y sillas mutiladas, esa voz que ya se pierde en un hálito desfalleciente y que sólo repite la frase monocorde:

— «¡No, volverán, no volverán!»

Días después de La Toma, un desfile de funcionarios del régimen, otrora uniformados de camisas rojas como sustituta temporal de la epidermis, hacen fila para denunciar todos los casos de corrupción que les puedan salvar sus pellejos ante el escritorio de un marine de alto rango que los recibe con la amabilidad de quien está acostumbrado a tener poder, con la diplomacia propia del que está allí por casualidad y no por convicción.

Hacen pasar al primer ex funcionario del régimen, vistiendo una significativa franela blanca, recién salida de alguna maleta samsonite olvidada en el fondo de un clóset de caoba recién pulida, fragante a nueva en su ausencia de olor corporal. Entra, escoltado por dos soldados, y de inmediato sus angustiados ojos verdes buscan los compasivos y amables ojos azules del almirante que le pregunta:

— ¿Name?

— Cabello, sir, Exministro Diosdado Cabello.

El militar lo observa, hace unos trazos en la hojita de la libreta que descansa en la mesita (sabe que tiene un pez gordo ante sí) y luego le dice al gordito que no para de sudar:

Pretty eyes… —y sonríe con la displicencia de quien ha venido a repartir su propia justicia.

7 comentarios:

Unknown dijo...

JAJA; Esta muy bueno.! (Y)

ella dijo...

No dejé de sonreir en ningún momento del artículo, tal vez éso sea señal de que cada vez me tomo el hecho que él se vaya como algo posible, sin temor. Ojalá algún día, todos podamos repartir nuestra propia justicia. Escribiendo este blog es una forma de hacerl. ¡Bien hecho!

José Angel dijo...

contrario a Monterroso imagino la cosa sin Esteban así

" cuando desperto el dinosaurio ya no estaba allí"

Raquel Rivas Rojas dijo...

Prefiero imaginar una salida democrática. ¿Por qué no hacer también ese ejercicio de imaginación? Si comenzamos a imaginarnos el día en que Chávez caiga porque LA GENTE -toda la gente de Venezuela- ya no lo quiere más, tal vez estemos más cerca de la salida correcta. MARINES JAMAS!!!

GEORGIA dijo...

Me gusta más la solución del dinosaurio, en fin...

Unknown dijo...

Ojala no lleguemos a estos extremos pero el futuro que se aproxima al país no es muy alentador....

Anónimo dijo...

Bien dicho, Raquel.